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El caso de la Ventana Rota y su relación con el cuidado

La persona cuidadora lleva una doble responsabilidad, con su ser querido o su paciente y, sobre todo, con ella misma.





Es verdad que cuando nos encontramos agobiados por la carga de trabajo, sobre todo el de cuidado, en lo último que pensamos es en “arreglarnos”, “¡Cómo! si apenas tengo tiempo para bañarme”


Esto, si bien es cierto, no puede ser justificación para abandonarnos. Les comparto el siguiente relato sobre el tema:


"El síndrome de la ventana rota" Alfonso Aguiló

En la Universidad de Stanford, el profesor Phillip Zimbardo realizó un interesante experimento de psicología social. Dejó dos automóviles abandonados en la calle. Eran idénticos: la misma marca, el mismo modelo y el mismo color. Uno lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York, y el otro en Palo Alto, una zona tranquila y adinerada de California.

El coche abandonado en el Bronx tardó poco en ser desguazado. En pocas horas perdió las ruedas, el motor, los asientos, etc. Todo lo aprovechable se lo llevaron, y lo demás fue pronto víctima del vandalismo. En cambio, el coche abandonado en Palo Alto se mantenía intacto.

Sería muy fácil atribuir ese desenlace al distrito en que se dejó. Sin embargo, el experimento no quedó ahí. Cuando el coche abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto llevaba una semana impecable, los investigadores rompieron un cristal del automóvil de Palo Alto. El resultado de aquella ventana rota fue, sorprendentemente, muy similar al del Bronx: el vehículo fue expoliado por completo en pocos días, víctima del robo y el vandalismo, que lo redujeron al mismo estado en que quedó el otro.

Parece claro que un cristal roto en un coche abandonado transmite una imagen de deterioro, de desinterés y de despreocupación, y ese mensaje rompe unos misteriosos códigos de convivencia y transmite la idea de ausencia de ley, de normas, de reglas, como si ya valiera todo. Cada nuevo pequeño ataque que sufría el vehículo sin que sucediera nada, reafirmaba y potenciaba esa idea, hasta que la escalada se hizo incontenible y desembocó en la misma violencia irracional.

https://www.interrogantes.net/alfonso-aguilo-el-sindrome-de-la-ventana-rota-hacer-familia-no-200-1-x-10/


Aunque este es un caso que se ha centrado más sobre la violencia social, desde la primera vez que lo estudié , no dejé de pensar en las referencias a nivel humano que suceden cuando nos permitimos el deterioro externo e interno.


El abandono personal que se presenta cuando la persona cuidadora está agotada, lo único que genera es que se vaya decayendo cada vez más.

Se puede comenzar por no arreglarse el cabello, descuidarlo. De ahí, cuando nos vemos al espejo, nos vamos gustando cada vez menos. Después puede ser la ropa, si ya no me gusto en el espejo, para qué arreglar mi ropa, lo que necesito es comodidad.

Ya ni hablar de ir al médico, al dentista, al oftalmólogo. La persona cuidadora suele colocarse al final de cualquier lista de pendientes.

Siguiendo la analogía de la investigación, podríamos decir que nos maltratamos a nosotros mismos, porque el descuido y la no atención es una forma de maltrato.


Es verdad que todos en la vida tenemos momentos buenos y malos, de éxito y de grandes fracasos, de alegría y sufrimiento; pero eso es la vida. No hay estados inertes, inalterables y perpetuos.


Todo cambia, todo se trasforma constantemente, depende de nosotros podernos adaptar para bien o para mal.


Ahora, de nosotros depende si permitimos que “una ventana rota” nos defina como personas; todos hemos tenido ventanas rotas en nuestra vida, muchas ventanas rotas, pero las cambiamos, las limpiamos y en ocasiones sólo podemos pegarlas con cinta adhesiva para que se sostengan hasta que podamos reemplazarlas.


Entonces, una buena manera de comenzar a cuidar de nosotros es por lo obvio, por lo externo.

El arreglo personal va mucho más allá de buenos vestidos o trajes, el arreglo personal comienza por nuestra higiene básica diaria.


Nuestra ropa limpia, adecuada. Es tan común que usemos ropa deportiva cuando estamos cuidando de alguien, que con el paso del tiempo se convierte en nuestro único atuendo, que además, va “dando de si”, entonces difícilmente podemos percatarnos si estamos ganando peso de forma incontrolada.


Cuidarnos, gustarnos, dedicarnos un poco de tiempo. Alguna vez escuché a una Profesional en Imagen que nos preguntaba ¿cuánto tiempo gastamos en redes sociales? y si en lugar de estar viendo a otras personas, volteamos la mirada hacia nosotros y nos comenzamos a gustar.


Si te interesa saber más sobre la Teoría de las Ventanas Rotas, te dejamos este video.





Autora: Lucía Yolanda Burgos Uriarte




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