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!Por fin tiene nombre!

Fatiga Pandémica



Llevaba semanas pensando cómo me sentía, qué me estaba pasando y cuando hablaba con mi familia y amigos y preguntaban cómo estás, yo respondía “pandémica”.

Con ello quería decirles que estaba… bien… pero molesta… también irritable… cansada… por momentos feliz… pero desesperanzada…

Esta semana leo el término Fatiga Pandémica e inmediatamente sé que eso es exactamente lo que me pasa.

Pero ¿cómo no se me ocurrió antes que lo que tengo es desgaste? ¡!!Yo que llevo años estudiando, trabajando y escribiendo sobre el desgaste del cuidador, del desgaste por compasión y del desgaste laboral!!! ¿Cómo es posible que no lo hubiera identificado como tal?

Reflexionando sobre lo que sé del desgaste en todas sus modalidades, la fatiga y las repercusiones emocionales y psíquicas, llegué a la conclusión que ahora les comparto.


Lo que hemos vivido es una crisis mundial, regional, comunitaria, familiar e individual; pero el manejo de la crisis se ha enfocado a la salud física de forma prioritaria y la salud emocional ha quedado rezagada y la hemos atendido como un efecto secundario de la crisis principal. También hemos de decir que la intervención de la crisis sanitaria, por lo menos en este país, ha sido más que desastrosa y las crisis consecuentes no han sido atendidas, mucho menos las crisis emocionales.


Relacionando lo que vivimos con el sentido de pérdida que nos ha significado, es decir, hemos perdido mucho más que la salud, hemos perdido la confianza, la libertad en muchos aspectos, la seguridad económica, la posibilidad de seguir manteniendo contacto con nuestros seres queridos, hemos perdido a muchas de esas personas, la ilusión de hacer planes… lo único que tenemos es incertidumbre en casi todos los ámbitos de nuestra vida y eso, desgasta y fatiga. Además parecería que no hay forma sana de poderlo enfrentar mientras la crisis principal, la contención de la enfermedad, no se logre.


Por momentos pensamos que esto que vivimos es un paréntesis en la vida y que en cuanto lo cerremos, la vida continuará su curso. Así es, pero NUNCA volverá a ser igual, nunca.

Las personas que han vivido una guerra saben que después de ella, la vida siguió, pero de una forma totalmente distinta y quienes lograron adaptarse de una manera adecuada, son los que han podido sobrevivir, no solo físicamente, sino emocionalmente y, en muchas ocasiones han logrado mejorar su vida a partir de dicha crisis.

También existen quienes se han quedado paralizados por el dolor, por la incertidumbre; esas personas siguen sufriendo.


Hay vida después del COVID-19, seguro que sí, pero dependerá de cada uno de nosotros cómo será dicha vida.

De ahí que quiero hacer una relación con los procesos de duelo que deberíamos realizar, porque realmente creo que no nos hemos dado el tiempo para vivirlo como lo que es, un duelo.


Sabemos los pasos que Kübler Ros ha dicho sobre la pérdida y el duelo; eso coloca al individuo como una persona que tendrá que transitar esas etapas, que no son lineales, de una forma satisfactoria o quedarse “atorado” en alguna de ellas.

Sin embargo, y esto para mi es fundamental en los procesos de duelo, es que a cada etapa se le puede asignar una tarea, tal y como lo dice William Worden; en donde el sujeto deja de ser un espectador de su desgracia para convertirse en un protagonista de su proceso y sobre ello les mencionaré algunas reflexiones.


Las tareas para transitar un duelo y comenzar el proceso de aceptación de la pérdida, nos colocan en un papel activo.


Haré un pequeño “cuadro” sobre las etapas de Kübler Ros y las tareas de William Worden poniendo algunos ejemplos sobre nuestra situación actual.


Ante la Negación la tarea es aceptar la realidad de la pérdida. Es increíble que todavía haya personas que no “creen” en la pandemia, ni en las opciones para poder prevenir su contagio. Esos grupos de personas, en ocasiones, se han contagiado y sobrevivido, pero a pesar de ello, siguen sin darse cuenta del riesgo. También hay grupos que hasta que no les tocó en su entorno familiar, no lograban asimilar la gravedad de la situación. He llegado a escuchar que si no te moriste, no tuviste COVID 19. A ese grado estamos.

Si no hay la conciencia de que la enfermedad existe, muy poco hay que hacer por estas personas, ya que estarán constantemente molestas con el entorno por las limitaciones que le ponen para continuar su vida.

Quienes si aceptamos la realidad, podemos hacer el recuento de las pérdidas percibidas que tenemos, escribirlas todas y cada una de ellas; en la medida en la que podamos hacer “el recuento de los daños” podremos dimensionar el grado de afectación emocional que podemos tener. No es fácil, es un proceso de introyección que requiere esfuerzo, pero en verdad, considero que vale la pena.


Ante la Ira la tarea es la gestión de las emociones y el dolor. Parece que estamos constantemente en este diálogo interno entre “estoy furiosa; pero cómo pienso eso si debo estar agradecida por estar viva”, pero “estoy muy triste; ¡!!!noooo!!! Tienes salud, trabajo y a tu familia” y así estamos constantemente en esta dualidad, pero lo único que resulta es un bloqueo de sentimientos que, en realidad, son válidos.

De ahí que las emociones deben de expresarse, puede ser a través de darnos permiso de estar enojados, tristes, desconsolados, furiosos por momentos específicos y contenidos en un marco de tiempo y espacio. Correr, hacer ejercicio, practicar box, etc son recomendaciones que ayudan a la gestión emocional.



Ante los procesos depresivos, la tarea es adaptarse a un medio que ha cambiado radicalmente. Existen circunstancias que se salen de nuestro control, que no han sido elegidas y, sin embargo, nos pegan de frente. Ahora estamos viviendo una de estas contingencias y nuestra libertad radica en la actitud que tomemos frente a ella. Podemos elegir enfrentarla, con una perspectiva de afrontamiento del problema, o evadirla o sufrirla y quedarnos paralizados. Claro que esto no es tan sencillo de realizar, pero para poder comenzar, por lo menos debemos saber que hay opciones, que existen dentro de nosotros y a las cuales tenemos acceso y cierto grado de control.


Finalmente, en el proceso de duelo se debería llegar a la Aceptación y esto significa que la tarea será recolocar emocionalmente las pérdidas vividas y continuar. Cuando cada persona racionalicemos, dejemos de luchar con nosotros mismos en la esperanza de volver a como estábamos hace un año, será el momento en el que comencemos a rearmar nuestra realidad de una forma distinta, enfocada hacia delante, en lugar de estar congelados en el mes de marzo del 2020 (mes en el que comenzó la pandemia en nuestro país). Tomaremos decisiones, adaptaremos espacios y rutinas, categorizaremos actividades, relaciones y valores. Los más avanzados podrán hacerlo en casi todos los aspectos de su vida, los lentos, lo haremos paso a paso, priorizando temas.


Recordemos que el proceso de duelo es en espiral, no es lineal y que su avance lleva tiempo y mucho esfuerzo, sobre todo de auto-reflexión profunda, sincera.


Así es que, espero que este proceso, que partió de una experiencia personal, pueda llegar a serle de utilidad a alguna persona, que como yo, descubrió esta semana el nombre y apellido de esto que nos está pasando: fatiga pandémica.


Autora: Lucía Yolanda Burgos Uriarte


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