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¿Cuidar de alguien supone un duelo?

Cuando nuestro ser querido tiene una enfermedad que hace que vaya perdiendo la memoria, hay que hacer un duelo; cuando los vínculos se van rompiendo, hay que hacer un duelo. Nunca es fácil.


El duelo es el proceso psicológico que se produce a partir de alguna pérdida. Etimológicamente significa duellum o combate, dolus–dolor. Es la reacción frente a la pérdida de algo significativo.


Es la reacción frente a la pérdida de algo significativo, las cuales pueden ser desde una persona, un animal, una cosa, una relación, etc. Es una experiencia emocional humana y universal, única y dolorosa; el hecho de enfrentarse a esta pérdida se le llama elaboración de duelo y conduce a la necesidad de la adaptación a una nueva situación.


La persona cuidadora debe de cursar distintos duelos por elementos significativos para la vida de cada una de las personas cuidadora, aunque no son identificados como tales durante el proceso.


Dependiendo del tipo de padecimiento que se cuide, es el grado de duelo que se cursa; pero también depende de la clase de apego que se tiene con la persona a la que se cuida.


No es lo mismo un hijo que una madre, un cáncer que un envejecimiento frágil; cada circunstancia es distinta y por lo tanto debe tratarse de forma individual.


Una persona cuidadora pierde varios vínculos durante el proceso. La modificación en la relación que se tenía con esa persona a la que se cuida. En ocasiones los roles se modifican y habrá que adaptarse a ello.


Toda enfermedad, padecimiento y/o limitación en la actividad, genera cambios en la estructura de personalidad de la persona que lo padece, pero al mismo tiempo, genera reacciones de las personas que la rodean. Por ejemplo, quien cuida a una persona con Alzheimer, ve como de forma gradual, esa persona cambia, no reconoce, tiene actitudes desconocidas para todos, en fin, está dejando de ser aquella a quien conocíamos y amábamos. Debemos elaborar un duelo por esa pérdida y adaptarnos a una nueva realidad, en donde aquel padre o madre ya nunca va a ser el mismo.


Otro cambio considerable es el manejo del tiempo individual, ya que debemos adaptarnos y negociar con el entorno para lograr mantener, en la medida de lo posible, una afectación menor a nuestras rutinas, nuestros intereses y planes. Esta pérdida de libertad en el manejo del tiempo llega a ser muy dolorosa para las personas que cuidan.


La toma de decisiones ya debe ser consensuada, por lo menos con la persona afectada y con el entorno familiar; y es aquí en dónde más problemas se encuentra la persona cuidadora, es aquí en donde se generan los sentimientos de injusticia, inequidad, en dónde nos atrapamos al no poder actuar libremente.


La angustia constante sobre lo incierto de la situación es, posiblemente, el aspecto que más incide en el desgaste. Si esto se prolonga en el tiempo, el dolor va minando la salud, las relaciones, la auto-estima de la persona cuidadora sin que ella se dé cuenta.

Todos los aspectos anteriores son pérdidas, pero está la gran pérdida que es la muerte misma.



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