Hay momentos, durante nuestra labor de cuidado, que tenemos una gran tristeza e inmediatamente la relacionamos con depresión. Estas dos palabras no son sinónimos, ahora entenderás por qué.
La Depresión
La depresión es un problema que afecta una parte importante de las personas cuidadoras.
El término médico hace referencia a un síndrome o conjunto de síntomas que afectan principalmente a la esfera afectiva: la tristeza patológica, el decaimiento, la irritabilidad o un trastorno del humor que puede disminuir el rendimiento en el trabajo o limitar la actividad vital habitual, independientemente de que su causa sea conocida o desconocida.
Características:
Es una psicopatología.
Existen causas orgánicas.
Tiene síntomas como: tristeza, apatía, angustia, desesperanza.
Es una situación crónica de malestar y desazón.
No es cuestión de voluntad salir de esta situación. Es una enfermedad que debe ser diagnosticada y tratada por un especialista.
El factor tiempo es fundamental para hacer un diagnóstico de depresión, y este solo lo puede hacer un Médico.
La depresión conduce a la Abulia, que es la sensación de que no hay nada en la vida que merezca la pena, por lo tanto, no hay iniciativa y esto puede durar semanas o meses.
La persona aquejada de depresión puede no vivenciar tristeza, sino pérdida de interés e incapacidad para disfrutar las actividades lúdicas habituales, así como una vivencia poco motivadora y más lenta del transcurso del tiempo.
Al tratarse de una enfermedad, solucionar y enfrentar un episodio o un estado permanente de depresión pasa por ponerse en mano de los profesionales adecuados: terapeutas psicológicos y psiquiátricos, así como neurólogos. Es decir LA DEPRESIÓN DEBE SER DIAGNOSTICADA POR UN PROFESIONAL.
La Tristeza
Estado mental pasajero.
Habitual en la labor de cuidado ya que es una reacción ante una situación que por momentos nos rebasa.
Ante la tristeza llorar o enojarse, son reacciones comunes.
Si la tristeza se prolonga en el tiempo puede llevar a una depresión, por ello, ante los primeros síntomas de TRISTEZA hay que actuar.
Las consecuencias de un episodio o estado depresivo para los cuidadores son de especial importancia para nuestra propia salud y para los cuidados que prestamos. Si padecemos un estado de tristeza y/o depresivo:
Estaremos en peor situación para cuidar apropiadamente de nuestro familiar.
No seremos capaces de encontrar espacios ni momentos de disfrute personal.
Tendremos una percepción errónea sobre nosotros mismos como personas y como cuidadores.
Nuestro estado de salud física y social se verá afectado negativamente.
Estaremos en una pero situación para tomar evaluar las situaciones y tomar las decisiones que haya que realizar.
Tenderemos a abandonar nuestro propio cuidado.
La mejor estrategia preventiva que podemos llevar a cabo ante la tristeza es ser conscientes de que estos problemas pueden aparecer y estar atentos ante una posible presencia de los siguientes síntomas:
Cansancio intenso y prolongado.
Cambios en el sueño: pasamos a dormir pocas horas o muchas horas.
Pérdida o subida de peso por cambiar los hábitos alimentarios.
Falta de motivación e interés en realizar actividades.
Falta de motivación e interés para mantener relaciones sociales.
Ansiedad y preocupación por el futuro.
Anticipación recurrente de problemas que aún no han sucedido.
Baja autoestima.
Abandono de uno mismo: especialmente de imagen y la higiene.
Valoración negativa de todo lo que hacemos.
Llanto frecuente sin motivo aparente.
Pensamientos auto-destructivos
Ante los primeros síntomas, es recomendable alertar a nuestro médico de cabecera y que éste nos derive a los especialistas adecuados o buscar apoyo psicológico y psiquiátrico por nuestra cuenta, ya que existen multitud de profesionales privados.
Actuar con prontitud será una de nuestras mejores armas a la hora de enfrentar la tristeza. Si por el contrario no actuamos temprano, el tiempo juega en contra de la solución del problema, exigiendo un tratamiento de mayor duración y posibilitando que la aparición de una depresión.
Una actitud positiva y la predisposición a un cambio de pensamiento y actitudes por nuestra parte son un elemento esencial del tratamiento y la recuperación de un problema de tristeza. Por ello, seguir estos consejos nos resultará de utilidad durante la recuperación:
Todo el apoyo que podamos recibir es importante. No se cierre a la ayuda de familiares y amigos.
El ejercicio es fundamental. Mantener una actividad física regular nos ayudará mucho en la superación de las actitudes negativas.
El tiempo de respiro, alejado de la carga de los cuidados es muy importante. Ya sean unas horas al día o una o dos veces al año para poder coger vacaciones.
Racionalizar los pensamientos y sentimientos negativos. Atendiendo a la realidad de la situación, pregúntese si esos pensamientos y sentimientos son proporcionados.
Fijar metas realistas para nosotros y para nuestros cuidados. Fijar metas inalcanzables nos provocará sentimientos elevados de frustración.
Cuidar el tiempo dedicado al descanso y a nosotros mismos. Es tan importante como los cuidados al familiar.
No abandonar nuestra higiene y nuestro aspecto. Esto, nos llevará a sentirnos mejor y nos facilitará adoptar una actitud positiva.
Estar activos. La inactividad lleva a más inactividad. Además, cuanto más activo nos mostremos menos ocuparemos la mente en pensamientos contraproducentes.
Ser conscientes de que vamos a mejorar.
Estas recomendaciones son muy generales, debemos de trabajar, a profundidad en cada una de ellas de forma en que podamos ir modificando nuestra actitud.
Aqui una explicación clara de la diferencia entre tristeza vs depresión.
En caso de que no tengas la energía para comenzar, es MUY IMPORTANTE que acudas con tu médico para que él/ella pueda hacer un diagnóstico certero. En este punto, no basta la voluntad para poder vencer esta falta de energía y esto puede causarte una gran frustración. Necesitas atenderte y que sea un profesional de la salud quien pueda ayudarte.