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Viudez cuando ya se es mayor

Cómo sobre llevar la viudez, nunca es una pregunta sencilla para responder, por ello en este breve artículo describiremos algunos consejos para que sea más llevadera.




"Quien tiene algo por qué vivir, es capaz de soportar cualquier como" Nietzche


El duelo por la pérdida del cónyuge depende de varios factores, pero todos ellos son únicamente conocidos a profundidad por la persona doliente. Con esto me refiero a que, al igual que en el funcionamiento de un matrimonio, solo dos conocen a detalle qué es lo que sucede, en el duelo por el cónyuge sólo uno lo sabrá.


El tipo de vinculación con el cónyuge establece el grado de sufrimiento que pueda generar su pérdida y por ello es muy arriesgado hablar de forma general sobre la pérdida de una persona. De lo que sí podemos hablar es que mientras haya existido un tipo de vinculación normal entre una pareja, la pérdida puede resultar muy dolorosa.


En diferentes estudios se habla de que la viudez es la mayor de las pérdidas para una persona. Basada en esta afirmación me dediqué a preguntar a las personas que han tomado mis cursos sobre cuál sería la mayor de las pérdidas en ese momento de su vida. Lo que me encontré fue importante para poder comprender mejor el proceso. Necesito hacer la aclaración de que la mayor parte de asistentes han sido mujeres.


Lo que he encontrado es que cuando son madres jóvenes, es decir que todavía tienen hijos en edades de las que dependen de ellas, la mayor pérdida que relatan es la de uno de esos hijos, como la situación más dolorosa. En cambio, cuando son mujeres cuyos hijos ya han hecho su vida y se encuentran de nuevo solas con sus maridos, refieren que perderlos sería el mayor dolor. Parecería que en la medida en la que se cumple el cometido de que los hijos “vuelen con sus alas”, se regresa la mirada a la pareja y el vínculo se fortalece.


Toda pérdida, de la clase que sea, provocará un cambio en el mundo interior y exterior de la persona doliente, nunca nos dejará indiferentes. Hoy se habla con mucha frecuencia de las fases del duelo de Elisabeth Kübler Ross, pero no es tan frecuente hablar de las tareas del duelo que propone William Worden.


Las fases del duelo son situaciones por las que una persona pasa, sin tener ningún control sobre ellas. Entonces la persona está en un grado de indefensión y vulnerabilidad difícil de entender, por ella y por el entorno. Esto genera una serie de reacciones que pueden hacer que el duelo se complique.


Pongamos un ejemplo:¡¡He perdido mi anillo de matrimonio!! Lo primero que pensamos es que lo hemos dejado en la oficina, en alguna parte de la casa, que se nos quedó en un baño, pero que lo vamos a encontrar (NEGACION), le preguntamos a todo el entorno y nos enojamos con nosotros y con los que no lo encuentran (IRA). Ante esta situación comenzamos a NEGOCIAR con cualquier figura o creencia, en dónde ofrecemos cosas a cambio de que aparezca. Cuando nos damos cuenta de que es un hecho que no lo encontraremos, comenzamos a recordar el momento en que nos lo dieron, lo bonito que era, el trabajo que nos costó conseguirlo, el enojo que vamos a despertar en el cónyuge, etc. (“DEPRESION”) hasta que enfrentamos la realidad y continuamos con nuestra vida ACEPTACION.


Las fases del duelo son las que en este ejemplo, bastante superficial pero descriptivo, se encuentran con letras mayúsculas. Es importante saber que no se suceden una tras otra, sino que podemos pasar de la “depresión” a la ira o a la negociación. Se dice que se mueve en espiral. Deseo aclarar que pongo la fase de “depresión” entre comillas, porque para diagnosticar una depresión se necesita mucho más análisis e intervención de los profesionales que una simple enumeración de fases. Así es como es conocida, pero yo la llamaría más una tristeza que una depresión, por cuestiones de patología.


Entonces, una persona que ha perdido a su cónyuge estará pasando por estas fases de una forma mucho más profunda y dolorosa; pero la perspectiva no es ser simplemente una persona sujeta a dichas fases; se pueden hacer cosas para superar el duelo y es en ello en donde William Worden nos habla de las tareas, que son acciones que deben tomarse para superar una fase.


Ante la Negación, la tarea es aceptar la realidad de la pérdida. Los ritos funerarios son muy importantes para poder transitar la negación.


Ante la Ira, la tarea es trabajar las emociones y el dolor. Las emociones se trabajan por ejemplo, llorando, hablando del ser querido, recordándolo, ver fotografías, escuchar música que nos evoque. Es doloroso, pero hay que transitar el dolor para salir de ese túnel.


Ante la “Depresión”, la tarea es adaptarse a un medio en el que la persona fallecida está ausente. Habrá actividades que la persona doliente deberá comenzar a hacer y que no sabía cómo hacerlas; pedir ayuda para lograr salir adelante, apoyarse BREVEMENTE en los otros para comenzar a aprender el nuevo rol que se tiene en la vida sin la presencia del cónyuge.


Ante la Aceptación, la tarea es recolocar emocionalmente al fallecido y seguir viviendo.


Cuando una persona ya puede recordar a su ser querido sin sufrimiento, entonces podemos decir que el duelo fue superado. Recordemos que una pérdida es como una herida muy profunda, tarda tiempo en curarse, hay que atenderla y trabajar para que sane, con el tiempo ya no dolerá, podremos volver a verla sin sentir dolor, pero siempre estará ahí recordándonos que sucedió.



Conclusión

Cuando el dolor y la pérdida hayan cicatrizado debemos encontrar un nuevo sentido a la vida, con el recuerdo del ser amado pero NO en soledad. Es muy importante no quedarse solo, no vivirse solo. Busquemos a nuestros amigos, familia, hagamos nuevas redes sociales, ayudemos a otros. Nada nos sana más rápido que el servicio al prójimo. Reconstruyamos nuestra vida y vivámosla hasta el final.


Autora: Lucía Yolanda Burgos Uriarte



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