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¿Cómo saber si estoy desgastada?

Cuando una persona se desempeña como cuidadora, está inserta en una población vulnerable y, por lo tanto, debe conocer los síntomas y caracterización del Desgaste para poder prevenirlo.





MEDIDAS PREVENTIVAS EN EL DESGASTE


Síntomas y signos de alerta que se deben tener en cuenta en el cuidador

  • Cansancio, agotamiento físico y psíquico, insomnio.

  • Problemas físicos (somatización): palpitaciones, temblor, molestias gástricas, dolor de espalda, dolor de cabeza…

  • Pérdida de interés por las aficiones habituales.

  • Cambios bruscos de humor, susceptibilidad, irritabilidad, agresividad.

  • Problemas para concentrarse.

  • Aislamiento social.

  • Consumo excesivo de alcohol, cafeína, o pastillas para dormir.

¿Qué pasa si no atendemos el agotamiento?


El agotamiento, al igual que el dolor, es un síntoma de que "algo no anda bien" y hay que atenderlo.

"Nadie da lo que no tiene" y si la persona cuidadora está agotada, difícilmente podrá cuidar a su ser querido de la mejor forma. También es común que pueda llegar a enfermar y el riesgo para ambos se vuelve exponencial.

Detectar los síntomas del Desgaste a tiempo, es fundamental para que la persona cuidadora no enferme.

Las consecuencias pueden ser muchas y muy variadas, pero sobre todo, peligrosas. Por ello te invitamos a que entres en el Curso Gratuito de 10 videos sobre el Desgaste del Cuidador que tenemos aquí, en nuestra página.


¿Podemos prevenir el agotamiento?


Hay algunas medidas que nos pueden ayudar a prevenirlo:

  • Es fundamental cuidar la propia salud: comer sano y con un horario respetado, hacer ejercicio y despejar la mente (pasear por la naturaleza, yoga, meditación, relajación, deporte…)

  • Descansar; respetar las pausas de reposo, dormir suficiente.

  • Evitar el aislamiento: familiares, amistades, asociaciones… mantener un entorno personal que nos apoye.

  • Mantener las aficiones habituales.

  • Desconfiar de las sustancias estimulantes o relajantes: alcohol, tabaco o cualquier fármaco que no haya sido recetado por un profesional de la salud.

  • Tener muy presente el sentido del humor.


Actividades que ayuden a cuidarnos


1. Ejercicios respiratorios y de relajación: Ser consciente de la propia respiración. Realizar 4-8 respiraciones profundas, abdominales, con la mano colocada sobre el abdomen. Soltar el aire lentamente…Intentando ser conscientes y concentrarnos sólo en esta maniobra, inspirar…espirar…





2. Realizar meditación: la meditación es un recurso que da equilibro al pensamiento. Lleva tiempo lograrlo porque es un entrenamiento que necesita perseverancia, pero es de gran utilidad para el manejo de la ansiedad.



3. Estiramientos musculares globales de la columna vertebral, de la zona cervical, de la zona lumbar.


4. Visualizaciones: Se trata de imaginarse situaciones que nos resulten relajantes. Hay muchas diferentes. Por ejemplo, relajados, sentado o tumbados, en un ambiente tranquilo, de casi silencio o con música relajante, pensar que nuestro cuerpo es todo de cristal, transparente y visualizar cómo poco a poco se va llenando de pintura de color azul, los dedos de los pies, el pie, el tobillo…todo muy lentamente.


5. Auto-masajes: Realizados por la nuca, el cuero cabelludo. También se puede utilizar la reflexoterapia (masajes en pies y manos)



6. Baños calientes con aromaterapia


7. Escuchar música


El auto-cuidado básico para el bienestar personal y para poder ofrecer una mejor atención a la persona dependiente. La detección y prevención del agotamiento ha de ser un objetivo prioritario tanto a nivel individual como institucional, para evitar el sufrimiento del cuidador y, en casos extremos, que repercuta en la persona cuidada.

Con pequeños cambios de actitud, de mirada haca la persona cuidada y de organización, se pueden producir grandes beneficios en la relación de ayuda.


Lucía Yolanda Burgos Uriarte




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