Nada más lejos de la verdad, quizás la palabra pueda parecer novedosa, sin embargo lo que define, es la forma en la que algunas personas logran desarrollarse con normalidad y armonía a pesar de vivir en contextos adversos, afrontar situaciones desfavorables, en escenarios hostiles.
Ante la enfermedad o la discapacidad, hay dos protagonistas que deberán transitar un proceso de resiliencia y estas son: quien padece la enfermedad o la discapacidad y la persona o personas que la cuidan y atienden.
Nos han “vendido la idea”, desde pequeños de que los problemas son contrariedades en la vivencia tranquila y deseada de nuestras vidas. Como si en realidad el diario acontecer de las personas siempre fuera de esta manera equilibrada y muy raramente aparecieran los problemas.
Esto, desde luego, no es así. La vida, la mayoría de las actividades que realizamos durante el día es la resolución de problemas; lo extraño son esos periodos de calma total. Entonces, si vivir es resolver problemas, ¿no deberíamos cambiar la forma negativa en la que utilizamos la palabra problema?
Los problemas debes ser afrontados, no enfrentados.
El afrontamiento conlleva una serie de estrategias que utilizamos para tratar con las amenazas, según Lazarus (1996)
La definición de afrontamiento que Lazarus y Folkman (1984) establecieron fue:
“(…) aquellos esfuerzos cognitivos y conductuales constantemente cambiantes, que se desarrollan para manejar las demandas específicas externas y/o internas que son evaluadas como excedentes o desbordantes de los recursos del individuo” (p 122)
Existen dos tipos de estrategias de afrontamiento:
Dirigido al problema
Cuando a una persona se le da un diagnóstico de una enfermedad o condición, las personas que tienen este tipo de afrontamiento, lo primero que hacen es buscar la forma en la que se debe atender, indagar otras opiniones, hacer preguntas, actuar para poder disminuir los efectos de dicho diagnóstico. En realidad, es la forma en la que se busca recuperar el equilibrio en todos los aspectos de la vida. Se considera que si se atiende el problema, las cosas podrán volver a su estado anterior.
Dirigido a la emoción
Este tipo de afrontamiento se centra en las sensaciones que se tiene al momento de estar en una situación determinada. Siguiendo el tema que nos compete, cuando se recibe el diagnóstico, las personas se centran en la ansiedad, la tristeza o cualquier otra emoción que esto les haya provocado.
Los dos tipos de afrontamiento son necesarios para poder tener un equilibrio. Me explico con el ejemplo que hemos manejado.
Se recibe un diagnóstico. Habrá que afrontar el problema para poder actuar a tiempo, buscar información, recursos, ayudas, entre un sin fin de quehaceres para poder hacer frente.
Pero, igual de importante es “tocar base” con las emociones, identificarlas para poder buscar ayuda de quienes puedan tomar nuestra mano en ese proceso.
La realidad es que si únicamente nos centramos en el problema, estamos corriendo un gran riesgo de desgastarnos y todas esas emociones reprimidas van a buscar un modo de salir y manifestarse, ya sea a través del cuerpo o a través de la psique, como ansiedad o depresión.
Si, al contrario, únicamente nos centramos en las emociones, corremos el riesgo de convertirnos en víctimas, en donde sintamos lástima de nosotros mismos y entremos en un estado de parálisis que no nos permita encontrar soluciones adecuadas para volver a un estado de equilibrio.
Hay que resaltas que para ser resiliente hay que hacer verdaderos esfuerzos mentales y de conducta, que estos son cambiantes según las circunstancias.
Por lo anterior, podemos decir que la resiliencia es adaptativa, ya que las personas buscamos conservar las funciones, tanto físicas como psicológicas, en situaciones de crisis y en etapas posteriores a la crisis misma.
Dentro de la personalidad de cada individuo, podemos encontrar factores protectores y que facilitan la resiliencia, y entre ellos están:
Ser reflexivo
Las personas reflexivas, que hacen introspecciones, pueden detectar en sí mismos los cambios emocionales, saber cuando las cosas no están bien y, por lo tanto, conocer de lo que son capaces y de lo que no son.
La capacidad de pedir ayuda cuando es necesario.
Cuando podemos reconocer que no somos capaces de llevar a cabo una tarea y que sería mejor pedir ayuda, eso permitirá que la persona no se sienta sola y esté fortalecida para poder sobrellevar las circunstancias que se le están presentando.
Una actitud positiva ante circunstancias adversas anteriores.
Si en otros eventos de la vida, la persona pudo resolverlo de una forma adecuada, podrá recurrir a aquella sensación, a aquel constructo que le permitió afrontar dicha situación. Esta es una herramienta muy valiosa.
Ser creativo.
Buscar nuevas formas de afrontamiento, nuevas técnicas que permitan ver alternativas de salida, es una manera de lograr la resiliencia. La parálisis solo provoca estancamiento. Cuando la persona es flexible para buscar soluciones, le permite tener cierto control sobre su entorno, esto conlleva una reducción de los estados de ansiedad y por lo tanto, se irá recuperando el equilibrio más fácilmente.
Cuando hablamos de resiliencia ante la enfermedad, no solamente la propia, sino la de un ser querido, salen sobrando las recomendaciones. Son situaciones tan sensibles que considero mejor hablarte de las partes de tu personalidad que te serán de utilidad.
Te sugiero que escuches este video. Vanesa Pérez, una psicóloga, una madre, una mujer solidaria que habla sobre la resiliencia, no solamente desde la teoría, sino desde la vivencia; esto le da la autoridad necesaria para que valga la pena que la escuches.
Autora: Lucía Yolanda Burgos Uriarte
Referencias Bibliográficas
Uriarte J. 2005. La resiliencia. Una nueva perspectiva en psicopatología del desarrollo. Revista de Psicodidáctica. Vol. 10. Núm. 2. Pp 61-79. Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea. Vitoria-Gazteis. España. Recuperado de: https://www.redalyc.org/pdf/175/17510206.pdf
García J., García A., López C. & Dias P. 2016. Conceptualización Teórica de la Resiliencia Psicosocial y su relación con la salud. Salud y Drogas. Vol. 16. Núm. 1. Pp 59-68. Instituto de Investigación de Drogodependiencias. Alicante. España. Recuperado de: https://www.redalyc.org/pdf/839/83943611006.pdf
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